Historia de los Ángeles Oscuros III: Primera Campaña de Rangda y el Declive de la Primera.

resurgimiento y ocaso de la leyenda de los ángeles de la muerte

La semana pasada hablamos sobre los Ángeles de la Muerte, la Primera de las Legiones Astartes que llegaría a convertirse en los Ángeles Oscuros, y de cómo durante los primeros años de la Gran Cruzada fueron la más importante de las fuerzas imperiales. En el artículo anterior tratamos también cómo el orgullo desmedido supuso la muerte del Gran Maestre de la Legión. Por último vimos que sólo gracias a la intervención de Malcador el Sigilita se logró restaurar cierto orden entre los líderes la Primera mediante el nombramiento de Urian Vardiag como nuevo comandante de los Ángeles de la Muerte.

La Primera Legión se había caracterizado por poder hacer frente a los horrores más temibles de la galaxia y el nuevo Gran Maestre decidió que la prueba definitiva del resurgir de los Ángeles de la Muerte debía llevarse a cabo en el crisol de la batalla.

La oportunidad que Vardiag esperaba no tardaría en llegar. En 839 M30 la 105ª Compañía de Pioneros de la V Legión topó con una raza hostil mientras exploraba el límite de la galaxia. En el sistema Advex-mors, una civilización Xeno de indudable potencial reunía una vasta flota que custodiaba una luna artificial provista de armas terribles; se trataba de los Rangda, que se convertirían en uno de las mayores enemigos del joven Imperio. Los analistas imperiales catalogaron la amenaza como extrema si no era atajada a tiempo y se lanzó una llamada convocando a las flotas de la Cruzada. La Primera Legión fue la primera en responder.

Ángeles de la Muerte en combate

La batalla entre los Ángeles de la Muerte y los Rangda fue devastadora. Los Xeno lucharon con una terrible fiereza y su tecnología les otorgaba la ventaja. Barcazas de guerra tripuladas por esclavos sometidos por collares neurales desataron una tormenta de fuego sobre la flota de la Primera mientras los Astartes devolvían el fuego y lanzaban naves y torpedos de abordaje. Al finalizar el conflicto el sistema Advex-mors estaba en ruinas. Los seis mundos ocupados por los Rangda fueron devastados hasta la hacerlos inhabitables y sus flotas reducidas a cenizas. La campaña duró cuatro meses durante los que cerca de 5000 legionarios perdieron la vida, pero finalmente el estandarte de los Ángeles de Muerte se alzó victorioso recordando a todo el Imperio el poder de la Primera Legión. Este no sería el último encuentro del Imperio con los Rangda, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

“El orgullo había hecho presa en los guerreros de La Primera y solo la sangre saciaría su sed”.

Los rememoradores que se habían incorporado recientemente a las flotas de La Primera escribieron poemas épicos que se podían escuchar a lo largo del Imperio. La Primera Legión había resurgido para enfrentarse a una de las mayores amenazas para el reino del Emperador y la había aplastado completamente sin piedad ni remordimiento. Sin embargo esta era sólo una de las muchas victorias que las Legiones Astartes cosechaban para la humanidad. Los Primarcas que habían sido encontrados forjaban leyendas que daban forma al Imperio y que serían recordadas por toda la eternidad. Lejos de sanar las heridas en el alma de los Ángeles de la Muerte, su victoria en Advex-mors sólo empeoró la enfermedad que la corrompía. El orgullo había hecho presa en los guerreros de La Primera y solo la sangre saciaría su sed.

Tras derrotar a los Rangda, el recién nombrado Gran Maestre dirigió a la Legión a una docena de nuevas victorias; cada campaña más temeraria que la anterior. Sin embargo ninguno de estos triunfos fueron considerados como algo más que lo esperado por la Divisio Militaris en la distante Terra. Empujados por este ansia guerrera el Gran Maestre Vardiag y sus guerreros llegaron al planeta Karkarsarn.

El mundo-fortaleza se había negado a acatar el dominio Imperial y había resistido el asalto del propio Primarca Roboute Guilliman y su élite de la XIII Legión durante más de un mes. El señor de los Ultramarines había renunciado al asalto directo, sitiando a sus enemigos y ahorrándose bajas innecesarias. La llegada de los Ángeles de Muerte no convenció al Primarca para modificar su estrategia. Seguro del curso de acción que había tomado, Guilliman ofreció a los recién llegados que se unieran al sitio de la fortaleza. Sin embargo, Urian Vardiag vio en la prudencia del Señor de Ultramar la oportunidad que la Primera Necesitaba para dar una lección de humildad a sus hermanos.

Estandarte de los Ángeles de la Muerte

Los Ángeles de Muerte lanzaron una ofensiva devastadora sobre las puertas de la fortaleza. Una punta de lanza de más de 10 000 guerreros de armadura negra se arrojó al ataque; al frente ondeaban estandartes que habían acompañado a la guerra al mismísimo Emperador. Los legionarios sufrieron cientos de baja en el asalto inicial, destrozados por las defensas de las murallas y los pozos de tirador. Sin embargo su sacrificio no fue vano y los imperiales lograron abrir una brecha en las grandes puertas.

Obligada por las acciones de los Ángeles de la Muerte, la XIII Legión se unió al ataque aunque lo hizo cautelosamente, asegurando cada objetivo metódicamente antes de avanzar. Imparables, los Guerreros de la primera Legión alcanzaron la ciudadela donde resistía el mando hostil mucho antes de que llegaran los Ultramarines. Pero los señores de Karkarsarn no rindieron la plaza. En un último acto de desafío hicieron detonar un dispositivo nuclear oculto bajo su base. La explosión resultante aniquiló al Gran Maestre Vardiag y a la Hueste de la Muerte, su guardia personal.

Pese al terrible precio pagado, los Ángeles de Muerte se habían hecho con la victoria. Pero el Señor de Ultramar no dedicó a los supervivientes palabras de consuelo ni de felicitación. En su lugar les dijo lo siguiente:

“La gloria vana es una pobre estratega, pues hace del triunfo un amargo trofeo y lo convierte en un premio vacío. Hoy habéis demostrado la fuerza de vuestra Legión, pero no su sabiduría”.

Con la muerte de Urian Vardiag la Legión volvió a perder su liderazgo. El Consejo de Maestres asumió el control de los Ángeles de la Muerte y estos se desperdigaron por la galaxia en busca de nuevas campañas. Una vez más hicieron la guerra sin remordimientos, buscando los retos más letales que pudieran encontrar. Cada Compañía y cada Hueste buscaba demostrar su valía en conflictos casi suicidas. Los Capítulos 9º y 14º tomaron las ciudades de coral de Melnoch en menos de una noche, aunque perdieron casi un 10% de sus efectivos. En los desiertos de óxido de Vorsingun 1000 iniciados de la Hueste del Hierro dejaron atrás al grueso de la fuerza imperial para enfrentarse a una horda de Orkos y reclamar para sí la victoria. Sin embargo, pese a los triunfos y la sangre derramada, la Primera no estaba más cerca de recuperar la gloria de sus orígenes.

Veterano de la Hueste de la Muerte

Mientras tanto las distintas Legiones Astartes habían desarrollado su propia forma de hacer la guerra. Las doctrinas de la Principia Belicosa habían sido superadas y el propio Guilliman trabajaba en un nuevo tomo para renovar las estrategias por las que los Astartes debían guiarse. Los días en que La Primera Legión había sido la principal defensora del Imperio habían quedado atrás. Además, dado el secretismo que envolvía sus primeras campañas, solo sus propios soldados parecían recordar la gloria perdida. El orgullo que había mantenido en pie a los Ángeles de la Muerte no permitiría que se resignaran a ocupar un lugar menor entre sus hermanos. Antes se verían exterminados que dejar que las Legiones más jóvenes los eclipsaran.

“Los más poderosos guerreros de la humanidad buscaban enemigos insuperables, aunque eso supusiera su propia a aniquilación”.

La Gran Cruzada había progresado hasta dominar la mitad de la galaxia y la Primera Legión estaba al borde del abismo. Divididos en un centenar de frentes y enzarzados en campañas atroces, los Ángeles de la Muerte vieron sus fuerzas mermadas y sus recursos extenuados. Esta ordalía convirtió a los Legionarios de la primera en un arma a la vez afilada y frágil. Los más poderosos guerreros de la humanidad buscaban enemigos insuperables, aunque eso supusiera su propia a aniquilación.

De haber continuado por este tortuoso camino es probable que la Primera Legión se hubiera visto abocada a la desaparición. Sin embargo este no era su destino, pues en esta hora de oscuridad una pequeña flota de los Hijos de Jaghatai haría un descubrimiento singular. En un mundo remoto, cubierto por frondosos bosques, la salvación esperaba a la La Primera. Ese mundo era Caliban en el que Lion El’Jonson, padre genético de la Primera Legión, aguardaba sin saberlo la llegada de su padre, el Emperador.

Hasta aquí esta nueva entrega de trasfondo. Como siempre esperamos que os haya gustado y que a través de este artículo se haya arrojado algo de luz sobre el singular carácter los Ángeles Oscuros. Visto lo ocurrido en Karkarsarn, ¿a quién le extraña la actuación del León en la campaña de Dulan? Y vosotros, ¿qué opináis? ¡Dejadnos un comentario y hacédnoslo saber!

2 comentarios en «Historia de los Ángeles Oscuros III: Primera Campaña de Rangda y el Declive de la Primera.»

Deja un comentario